Plan de Igualdad de género
El presente Plan de Igualdad de Género para los Centros Educativos Vicencianos, tiene como telón de fondo legal el I Plan de Igualdad entre hombres y mujeres en educación, aprobado el 2 de noviembre de 2005.
Bajo el lema “Iguales para Crecer en Plenitud”, queremos incorporar de forma consciente y en nuestra práctica educativa diaria, la coeducación de manera transversal, con el deseo de que ésta impregne toda la vida de nuestros centros educativos, ya que uno de los objetivos fundamentales de la escuela vicenciana es la educación integral de sus alumnos y alumnas, de acuerdo con una concepción cristiana de la persona, de la vida y del mundo; donde valores como la igualdad, el respeto y la tolerancia son fundamentales.
El sexismo, derivado del orden patriarcal de la sociedad, es una pauta cultural a la que hoy se oponen casi todas las leyes vigentes en el mundo occidental, dado que la democracia se basa en la idea de que todas las personas deben ser tratadas por igual y tener las mismas oportunidades, que en ningún caso deben quedar restringidas en función de su etnia, su sexo, su religión o su clase social. Sin embargo, las discriminaciones sexistas siguen estando profundamente arraigadas en la cultura, aún cuando los cambios legislativos hayan modificado algunos aspectos y las hayan convertido en menos evidentes de lo que fueron en otras épocas o de lo que son todavía en otras culturas.
El sexismo comporta consecuencias negativas para todos los individuos, hombres y mujeres, porque limita sus posibilidades como personas y les niega determinados comportamientos. Así por ejemplo, cuando se dice «los niños no lloran», o «las niñas no deben hablar así», se está indicando que los individuos deben adoptar comportamientos específicos y diferenciados por el hecho de ser niñas o niños. Se trata, por tanto, de indicaciones sexistas, que generalmente son asumidas como comportamientos prohibidos, dado que su práctica suele ir acompañada de una reprimenda o sanción negativa. Hoy siguen transmitiéndose mensajes sexistas que básicamente suponen revestir de una carga agresiva los estereotipos anteriores.
Ahora bien, las consecuencias negativas que el sexismo comporta para todos los individuos, se doblan para las mujeres, porque las sitúa en una posición de inferioridad y de dependencia. Para los hombres, en cambio, el sexismo tiene consecuencias negativas porque también limita sus posibilidades como personas, pero les proporciona más poder sobre su entorno. Por esta razón, muchos hombres tratan de mantener las formas del sexismo, presentándolas como un hecho natural e indiscutible, y ridiculizan a las mujeres que luchan para eliminarlo de las relaciones sociales.
Un Centro Educativo Vicenciano como el nuestro, que por su ideario propio, tiene como objetivo fundamental la educación integral de sus alumnos y alumnas, ha de implicarse activamente para contribuir a la desaparición progresiva de los mecanismos discriminatorios, no sólo en la estructura formal de la escuela, sino también en la ideología y en la práctica educativa.
Los prejuicios sexistas se originan en el seno de la familia, más tarde en la escuela, los medios de comunicación, los grupos de iguales y otras instituciones, reforzarán e irán puliendo hasta lograr la máxima naturalidad en las discriminaciones de género.
El presente Plan de Igualdad de Género para los Centros Educativos Vicencianos, tiene como telón de fondo legal el I Plan de Igualdad entre hombres y mujeres en educación, aprobado el 2 de noviembre de 2005.
Bajo el lema “Iguales para Crecer en Plenitud”, queremos incorporar de forma consciente y en nuestra práctica educativa diaria, la coeducación de manera transversal, con el deseo de que ésta impregne toda la vida de nuestros centros educativos, ya que uno de los objetivos fundamentales de la escuela vicenciana es la educación integral de sus alumnos y alumnas, de acuerdo con una concepción cristiana de la persona, de la vida y del mundo; donde valores como la igualdad, el respeto y la tolerancia son fundamentales.
El sexismo, derivado del orden patriarcal de la sociedad, es una pauta cultural a la que hoy se oponen casi todas las leyes vigentes en el mundo occidental, dado que la democracia se basa en la idea de que todas las personas deben ser tratadas por igual y tener las mismas oportunidades, que en ningún caso deben quedar restringidas en función de su etnia, su sexo, su religión o su clase social. Sin embargo, las discriminaciones sexistas siguen estando profundamente arraigadas en la cultura, aún cuando los cambios legislativos hayan modificado algunos aspectos y las hayan convertido en menos evidentes de lo que fueron en otras épocas o de lo que son todavía en otras culturas.
El sexismo comporta consecuencias negativas para todos los individuos, hombres y mujeres, porque limita sus posibilidades como personas y les niega determinados comportamientos. Así por ejemplo, cuando se dice «los niños no lloran», o «las niñas no deben hablar así», se está indicando que los individuos deben adoptar comportamientos específicos y diferenciados por el hecho de ser niñas o niños. Se trata, por tanto, de indicaciones sexistas, que generalmente son asumidas como comportamientos prohibidos, dado que su práctica suele ir acompañada de una reprimenda o sanción negativa. Hoy siguen transmitiéndose mensajes sexistas que básicamente suponen revestir de una carga agresiva los estereotipos anteriores.
Ahora bien, las consecuencias negativas que el sexismo comporta para todos los individuos, se doblan para las mujeres, porque las sitúa en una posición de inferioridad y de dependencia. Para los hombres, en cambio, el sexismo tiene consecuencias negativas porque también limita sus posibilidades como personas, pero les proporciona más poder sobre su entorno. Por esta razón, muchos hombres tratan de mantener las formas del sexismo, presentándolas como un hecho natural e indiscutible, y ridiculizan a las mujeres que luchan para eliminarlo de las relaciones sociales.
Un Centro Educativo Vicenciano como el nuestro, que por su ideario propio, tiene como objetivo fundamental la educación integral de sus alumnos y alumnas, ha de implicarse activamente para contribuir a la desaparición progresiva de los mecanismos discriminatorios, no sólo en la estructura formal de la escuela, sino también en la ideología y en la práctica educativa.
Los prejuicios sexistas se originan en el seno de la familia, más tarde en la escuela, los medios de comunicación, los grupos de iguales y otras instituciones, reforzarán e irán puliendo hasta lograr la máxima naturalidad en las discriminaciones de género.